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Frank y la concha en el cine

Fresco Sam-Sin

08 abril, 2024

Cosas que hablan, La Haya

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This article is originally written in Dutch and automatically translated by DeepL AI.

Frank y la concha en el cine

Frank mira dentro de la concha

Los humanos hacemos cosas y, por tanto, las cosas que hacemos dicen automáticamente mucho de nosotros. ¿Y si esas cosas pudieran realmente decir algo sobre nosotros y para nosotros? El vídeo que aparece al final de este blog muestra cómo Cosas que hablan plasma ese pensamiento en su enseñanza. Muestra los momentos mágicos en los que se produce un clic entre un alumno y un objeto. En este caso, hubo un momento entre Frank van den Boom y una concha.

Detalles y asociaciones

Este proyectil ha desempeñado un papel en las guerras; el propio proyectil se lo dirá dentro de un momento. Después de relatarle esta historia a Frank, le pedimos que primero dejara esa historia a un lado y nombrara en voz alta las características y las asociaciones que evoca.

En primer lugar, Frank menciona que el caparazón es pesado, mucho más de lo que uno pensaría si lo viera en la vitrina de un museo:"Para ser un caparazón, éste era realmente voluminoso y pesado, más o menos del peso de un ladrillo." Frank quiere oír el mar y entonces su ojo capta el agujero redondo. Lo palpa. "Es extraño experimentar que te fijas en algunas cosas al examinar un objeto, pero no sueles darles importancia". Ese agujero iba a estallar. Una alarma. Entonces: el áspero exterior de piedra caliza, que cabría esperar de un caparazón, se sintió como mármol liso. "Muchas cosas se vuelven lisas si las dejas pasar por la mano el tiempo suficiente."

Entonces le preguntamos: "Pero Frank, ¿qué es este objeto?"Frank no entiende la pregunta. Ya hemos dicho que era una alarma. Entonces se da cuenta: "¡Es un caparazón... que una vez perteneció a un animal!" Frank se maravilla: "Es curioso lo rápido que se olvida que lo que usan los humanos también lo usó una vez la naturaleza de una forma muy diferente."

caracol de mar en concha

El clic

Entonces Frank dirige su atención a la cuerda. De ella puede levantar el proyectil. "¿Es ésta la cuerda por la que un general podría sujetar la concha? El lazo parece demasiado grande para eso. ¿Podría usar la cuerda para ponerse el caparazón alrededor del cuello? Hm, la cuerda es demasiado corta para eso."

Le animamos a que levante la concha por la cuerda. Temblando, Frank sigue la instrucción, porque "no podía ver cómo la cuerda de cientos de años de antigüedad podría aguantar el peso de un ladrillo" Le tranquilizamos: el mero hecho de que sea tan antigua, y de que se utilizara incluso en tiempos de guerra, demuestra lo fuerte que es esta cuerda. Frank coge el proyectil de la cuerda. Se imagina todo lo que ha dependido de esa cuerda. No sólo la conservación de la concha en sí, sino también la capacidad de advertir a los guerreros, de disminuir sus posibilidades de muerte. "Esa cuerda hace que la historia de la concha sea mucho más rica."

Y ahí estaba el clic.

El caparazón

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